En el mes de Septiembre hemos hecho un viaje urgente a Eswatini. Uno de los miembros de nuestro equipo, quien también es nuestro hijo adoptivo, fue diagnosticado con un severo Cancer de Páncreas en estado IV. Su nombre es Zakhele Mnizi y es un joven con un corazón fuerte y lo mejor fortalecido por el Señor.

Sin dudarlo viajamos para desarrollar el ministerio de “Presencia”, y poder compartir tiempo de calidad, y ayudarlo con sus citas medicas. Nuestro tiempo fue lleno de oraciones, llanto, risas, abrazos y tiempo de recordar la fidelidad De Dios en todo el tiempo que nos ha permitido avanzar en esta vida.

COMO COMENZO A ENFERMAR ZAKHELE?

Dos meses antes del diagnóstico, Zakhele experimento un dolor en su espalda. Con los días ese dolor fue creciendo y surgió otro dolor en su estómago.

Zakhele, siendo un joven fuerte de 29 años, tenia nueve cabras, las cuales son su única posesión, las cuidaba con ahínco, ya que su sueño ha sido poder tener un rebaño y así ganarse la vida en su país. El vive en un pequeño pueblo llamado Siteki, a 3 horas de la ciudad y colindando con Mozambique. Al verse en la necesidad de consultar un medico, comenzó a vender sus cabras y así sufragar los gastos de viaje a la ciudad y los exámenes con los doctores. Cuando vendió todas sus cabras, me llamo y entonces me dijo lo que sucedía y nos pidió apoyo con los gastos médicos. Sin dudarlo lo apoyamos, sin embargo llamo mucho nuestra atención el tipo de exámenes que los médicos le estaban pidiendo. Pudimos detectar que los médicos estaban buscando algo mas profundo y serio. Primeramente los médicos sospechaban de una ulcera y este era el motivo de los problemas en el estomago. Luego estaban estudiando que probablemente era un problema de vesícula y de acuerdo a esos diagnósticos, daban medicamento, el cual ayudaba un día o dos, pero no quitaba todo el malestar.

Conforme avanzaban los días, llego el día que nos llamo. Era un 21 de Agosto, a las 3:26 am, hora de Centro América, yo me encontraba durmiendo en ese momento, y recuerdo la videollamada, era Zakhele, un rostro asustado, sus ojos esperando ver una reacción en mi cara, buscando una palabra de consuelo, de consejo y de ayuda. Me dijo estas palabras: “Mama, los médicos ya encontraron que me pasa, dicen que es cáncer de páncreas, mira mis ojos están muy amarillos y todo mi cuerpo tengo una terrible comezón día y noche. Inmediatamente yo salte de cama, y volví a hacerle la pregunta: Que es lo que me estas diciendo? porque lo dices? eso no es posible, debe de haber una equivocación, debemos de ir con otro medico para que corrobore que todo esto es un terrible error.

Pero, conforme pasaban los días, los médicos nos advirtieron que ya no había humanamente nada que hacer, ya el destino de Zakhele había sido dictado por una serie de exámenes en donde ni la quimioterapia ni operación eran ya una opción. El cáncer había hecho metástasis, y sus órganos vitales estaban comprometidos, a tal punto que sus conductos biliares están obstruidos, hígado, pulmones y corazón ya están afectados por el cáncer.

21 DE AGOSTO A LAS 3:26 AM

Ese día lo comenzamos con profunda tristeza, un día confuso, de negación total. Llorábamos pero no sabias porque nuestros corazones estaban dolidos, era una mezcla de sentimientos. Nos sentimos frustrados, impotentes, había duda, pero principalmente no queríamos que Zakhele sufriera, nos dolía mucho que tuviera que estar pasando por todo esto solo con sus hermanos. Los siguientes días eran de buscar a Dios en oración, que guiara nuestros pasos, que nos diera sabiduría que hacer tantas cosas habían en nuestra cabeza.

Como cuidadora de Zakhele, solo recordaba cuando a la edad de nueve años, Dios permitió cruzar nuestros caminos con este niño maravilloso.

Fue una mañana visitando un hospital, que Dios me mostró a este ni;o pequeño, temeroso y solitario. Enfermo y abandonado por una abuelita que lo dejo en el hospital y ya no regreso por el. Tres años mas tardes supimos que su abuelita falleció y por eso ya no supieron nada de ella. Zakhele pesaba 30 libras, sus brazos frágiles, sus piernas temblorosas, siempre apoyado de mi brazo para no caer. Cada noche orabamos juntos y nuestra vida ya no era una simple casualidad, sino que ya éramos una familia, la familia De Dios, en donde Dios era nuestro Padre Celestial que nos sostenía con amor.

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